Son frecuentes las quejas de los padres,
quienes muchas veces son testigos impotentes de las disputas que se viven en la
casa. Algunas de éstas llegan a forcejeos, o incluso a los golpes. Los hijos,
en tales conflictos, suelen recurrir a los mayores para que medien o resuelvan
las diferencias, sin haber generado por sí mismos un pacto o un acuerdo. Esto
hace que a la larga se entrenen en recurrir a terceros, y pierdan la
oportunidad de desarrollar habilidades de negociación, con las que ambas partes
entienden que hay que llegar a una solución intermedia, para atender los
intereses de ambos.
A continuación se explican dinámicas que
ayudaran a mejorar las relaciones entre hermanos con conflictos.
Siempre Unidos

No sólo pasarán mucho más tiempo próximo,
sino que además aprenderán a tolerar las diferencias. Comprender que, aunque
uno quiera desplazarse a un lado, y otro a la dirección contraria, tienen que
negociar antes, y llegar a una opción común, en la que unas veces hay que
ceder, para otras tener prioridad. En esta situación acaban ejercitándose
continuamente en colaborar, en adaptarse, en acompasar el caminar, etc.; porque
cuando uno abuse o dirija excesivamente, el resultado será negativo para los
dos, pues terminarán cayéndose o tropezándose. Cuando uno quiera sentarse, deben
bajar los dos. Si uno quiere ver la televisión y el otro tiene que leer,
tendrán que acordar si se baja el volumen para no molestar, o se dividen los
tiempos para hacer las dos actividades. Al desvestirse o ponerse el pijama,
pueden desatarse sólo para el pantalón, pero continuar unidos para la parte
superior. Esta puede ser la prueba de fuego para acoplar los esquemas
corporales propios a los del otro, y sincronizar los movimientos.
El mensaje es: “hay algo externo (en este
caso la cuerda) que los obliga a mediar, y no pueden hacer como si no
existiera, porque resultaría perjudicial para todos”. La analogía con la vida
es que habrá circunstancias (un solo baño, una línea telefónica, etc.) ajenas a
ellos, que exijan necesariamente el compartir sobre la satisfacción inmediata
de los intereses individuales (tirar uno hacia su lado).
El hecho de estar condicionados al ritmo
y las actividades del compañero, también les concede la posibilidad de
conocerse mejor, de comprender la personalidad, gustos e intereses de ese
miembro de la familia, que era considerado como un extraño, y que usurpaba su
espacio.
Lo deseable es que se lleve a cabo
durante siete días (al menos las horas de la tarde, en las que coincidan en
casa), aunque también puede hacerse durante unas horas de forma ocasional. Ha
de ser planteado como un reto a superar, con el que, una vez salvada la
dificultad del principio, se entretiene y desdramatizan los conflictos,
riéndose de uno mismo.
Algunas variantes son:
–Atar los brazos contiguos, en lugar de
las piernas. En este caso, salvo que uno fuera diestro y otro zurdo, lo
recomendable es alternar el brazo elegido, para que esté distribuida la
lateralidad dominante de forma equitativa. Tendrán que ayudarse al partir la
comida, peinarse o cepillarse los dientes.
–Unirse por la cintura, de modo que
queden espalda contra espalda. Esta disposición les hará estar mucho más
atentos a las necesidades del otro, y tener que preguntarse las cosas, al no
contar con la información que aporta la expresión facial y el contacto ocular.
Confío en ti

Uno de los dos se venda los ojos, y deja
que su hermano sea su “Lazarillo de Tormes” durante unas horas. Será su guía,
el que le cuidara y protegerá, escuchando sus necesidades, y avisándole de
obstáculos o cambios en el camino. Con este ejercicio se fomenta principalmente
la confianza y el apoyo. “A veces uno sólo no puede, pero ahí está su hermano
para echarle una mano”. Aquel que antes era visto como alguien que iba a lo
suyo, con el que no se podía contar, ahora resulta que se desvive para que no
te tropieces.
El que lleva el pañuelo en los ojos,
aprende a delegar, a dejarse llevar, a depositar su integridad física (puede
caerse o golpearse) en el otro, a confiar en que su compañero sepa mirar y
velar por sus pasos. Esta prueba les devuelve una imagen más positiva de sí
mismos.
Como decíamos al inicio, son actividades
que pueden efectuarse también en el aula, entre compañeros de pupitres
adyacentes, o entre alumnos que muestran dificultad para trabajar en equipo. Es
buena idea ponerlas en marcha en clase de educación física, donde se prestan
mucho más a su realización, dado el espacio y los objetivos de colaboración,
psicomotricidad y compenetración, que subyacen a los deportes de equipo.
Ideas para enseñar al niño a ser un buen hermano

A continuación presentamos trucos para enseñar a los
hermanos a llevarse bien
1. Enseñarles a pedir perdón. He
comprobado en mi propio caso, que el que recibe el perdón se siente
reconfortado e inmediatamente acepta las disculpas y sigue jugando con su
hermano agradecido porque se haya reconocido el error.
2. Aprender a compartir. La mayor parte
de las peleas entre hermanos suelen venir porque ambos quieren el mismo juguete
en el mismo momento o alguno de ellos no quiere dejar sus juguetes. Enseñar a
compartir es una tarea que requiere de paciencia y tiempo, los niños han de
estar preparados para aprender este valor, han de comprender que es bueno y
divertido y que si comparten podrán también jugar con juguetes que son de
otros.
3. Estimula el diálogo y la charla entre
hermanos. La confianza entre ellos es fundamental para sentar las bases de lo
que será una buena relación futura de apoyo y cariño.
4. Enseñar el respeto. Han de aprender a
convivir en familia, a aceptar que el hermano puede tener otras ideas, formas
de ver las cosas o manera de comportarse siempre dentro de unos límites y que
estos pueden ser tan buenos como los suyos.
5. Enseñar el valor de la empatía. Es uno
de los valores fundamentales a la hora de educar al niño. Enseñarle a pararse a
pensar y ponerse en la piel del otro, para saber si una conducta puede herir a
un hermano, hacerle sentir mal o ponerle triste es fundamental para mejorar una
relación.
Los hermanos son un regalo para la vida,
podrán pelearse como perros y gatos pero siempre estarán el otro para el otro
cuando se necesiten.
Algunas herramientas para los padres para lograr una relación
de hermandad
1) Fomenta la convivencia familiar.
Busca tiempo para compartir juegos de
mesa donde participen todos los miembros de la familia. Antes de empezar a
jugar, menciona las reglas del juego, pregunta si todos las entendieron y qué
pasará si alguien las rompe. Enseña a respetar turnos y fomenta la idea de que
más allá de ganar una partida, lo importante son los momentos compartidos y los
recuerdos que perdurarán en la mente como un tesoro familiar.
2) Usa el juego para fomentar una buena relación.
En el juego tienes un aliado. Invita a
tus hijos a jugar al “director de cine” para que cada uno realice “una
película” (un video con tu celular o una cámara) sobre la vida de su hermano.
Esta es una actividad muy creativa y entretenida porque cada niño deberá
prestar atención a los detalles y gustos de su hermano para poder contar su
historia. Además, los vídeos serán un maravilloso recuerdo familiar que más
adelante disfrutarán con cariño.
3) Crea oportunidades para el trabajo en equipo.
En lugar de ponerlos a competir, ponlos a
trabajar en el mismo equipo. Tal vez tú y tu esposo/a son un equipo y tus hijos
otro. Por ejemplo: mientras unos ponen la mesa, otros sirven los platos de
comida.
4) Personaliza sus espacios de acuerdo a sus gustos.
No los vistas iguales ni les compres
juegos idénticos. Fomenta la individualidad de acuerdo a sus gustos y la
personalidad de cada niño.
5) Procura hacer viajes en familia.
Viajar y conocer nuevos lugares
representa una oportunidad para la aventura, para el cambio de escenario y para
la relajación familiar. Los niños viven intensamente estas experiencias y
conforme van creciendo es maravilloso palpar su individualidad a través de los
recuerdos que cada uno guardó de del viaje. Serán dos (o más) historias
diferentes salidas de la misma experiencia.
Actividades para estrechar el vínculo entre hermanos.
Juegos familiares

Usa títeres para encontrar emociones
Muchas veces, los niños se sienten
abrumados por sus emociones y se expresan inapropiadamente. Si tus hijos están
gritando que se odian el uno al otro y no pueden calmarse y entender que el
enojo que sienten es independiente al odio, Nonie Levi, terapeuta matrimonial y
familiar, aconseja el uso de títeres para ayudar. Cuando permites que tus hijos
expresen sus sentimientos a través de algo que está fuera de sí mismos, puede
que encuentres que son capaces de relacionarse mejor. A medida que crecen, tal
vez no serán necesarios los títeres como una ayuda visual y tus hijos llegarán a
entender que sus sentimientos y acciones no están en sí mismos. A través de
esta actividad, el vínculo entre los hermanos crecerá más, ya que llegarán a un
acuerdo sobre sus problemas entre ellos y los resolverán juntos.
wao que dinámicas tan buenas y efectivas!
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