Las Peleas Entre Hermanos

Los conflictos entre los hermanos resulta
muy frustrante para los padres, pero es útil para el desarrollo de los niños,
porque les permite expresar sus emociones, rivalizar por el poder y defender
sus diferencias. Sus peleas no son prueba de que no se lleven bien, sino es la
forma particular que tienen los niños de llevarse bien. Empiezan en el momento
mismo de nacer el hermanito: Isabel vuelve del hospital con su bebé, recién
nacido, en brazos. Va sentada detrás en el coche con su hijo de 14 meses a su
lado. Este intenta durante todo el viaje dar ¡patadas al bebé! Y las peleas
siguen durante toda su infancia, en la que los momentos de un juego armonioso
se alternan con otros en los que estalla una pelea, tan vehemente como
inesperado.
El Porqué De Las Peleas
Luchan por el amor paterno
‘Los niños son como planetas que se
disputan su posición más próxima al Sol’, escribía el psicólogo L. Markowitz.
Cada uno quiere ocupar un lugar único y especial en el corazón de sus padres.
Sobre todo el primogénito vive en propia carne esta lucha, ya que debe aprender
a compartir el amor paterno después de haberlo tenido para él solo. Este
aprendizaje requiere tiempo. Estos trucos suavizan un poco la situación:
·
Presta a diario tiempo
individual a cada hijo, por ejemplo, jugando con el mayor a su castillo y con
el pequeño en la bañera. Tus hijos disfrutan de estos momentos íntimos y les hacen
sentirse queridos.
·
Dales una educación en
función de sus necesidades. Si pones énfasis en la igualdad, les enseñas a
medirlo todo. Si les educas según el carácter, entienden que son distintos y
que a cada uno le quieres de un modo especial y único.
·
No pongas uno como ejemplo
para el otro. ‘Mira qué bien lo ha hecho tu hermano, a ver si tú también
puedes’ incita a la rivalidad. Destaca las cualidades de cada uno sin hacer
comparaciones.
Llaman la atención.
Los niños saben que, cuando se pelean,
obtendrán tu atención (por este motivo empiezan a pelearse justo cuando tú
haces una llamada telefónica). Y esto siempre es atractivo; al fin y al cabo
una reprimenda también es atención. Los estudios demuestran que cuánto más
intervienen los padres ¡mayor es la frecuencia de sus peleas! ¿Cómo evitas caer
en esta trampa?
·
Si necesitas tiempo para
hacer algo, díselo y pide su colaboración (‘niños, necesito llamar por
teléfono, por favor, no me interrumpan). Elógiales cuándo lo consiguen.
·
Si los niños disponen de tu
tiempo individual, buscarán menos tu atención mediante peleas.
·
Intervén lo menos posible.
Aprende a desconectar y acude sólo cuando se hacen daño.
Falta de madurez e impulsividad.

·
Traduce para él sus
sentimientos en palabras; cuando estira del pelo de su hermano o le tira sus
juguetes, dile algo como: ‘Veo que estás muy enfadado. Díselo’. Así le enseñas
a expresarse con palabras y más adelante a dialogar, hacer compromisos, etc.
·
Imitación de la conducta
paterna. Si los padres se pelean a menudo, los niños los imitan. Dales un buen
ejemplo y soluciona tus problemas de pareja mediante el diálogo. Si no lo
conseguís, busca ayuda profesional. A discutir también se aprende.
·
Demasiada proximidad. Los
niños necesitan cierta intimidad propia y no estar siempre juntos (liberan sus
frustraciones en el otro). Los estudios demuestran que también el tipo de
vivienda influye: las casas y los pisos de planta baja invitan menos a las peleas
que los pisos altos y cuanta más pequeña la vivienda, más peleas. Agranda tu
vivienda quitando muebles y objetos innecesarios.
·
Llévales a diario al parque:
jugar al aire libre y disponer de espacio para correr, reduce las peleas.
·
Organiza que los niños estén
a veces separados: uno se queda en casa de un amigo o se va a su club, mientras
el otro está en casa. Al volver a estar juntos, suelen jugar más
armoniosamente.
¿Cómo Actuar?
Seguramente te preguntas muchas veces
cómo juzgar con buen criterio o qué decirles en una pelea impulsiva. Existen
una serie de recomendaciones, que les ayudará a resolver sus problemas y ser
‘buenos hermanos’:

NO: hacer la pregunta ‘¿Quién empezó?’.
Suele agravar la situación. ‘Tú’ ‘¡No! Tú’ y un sinfín de gritos más.
NO: criticarles demasiado por sus peleas.
Acepta que son normales (irán disminuyendo con la edad) e incluso buenas, ya
que les prepara para su vida en la sociedad. Las peleas les ayudan a conocerse,
a defender lo suyo, a buscar compromisos, hacer las paces, etc.
NO: intervenir en cada pelea. Como ya
dije, no hace más que aumentar las peleas por ser una manera de atraer la
atención paterna
NO: olvidarte de su estado madurativo y
esperar demasiado de ellos. Algunas situaciones les resultan frustrantes y
tienden a provocar peleas (son en cierto modo previsibles), como un largo
viaje, esperar en el supermercado, la hora antes de la cena, cuando los niños
ya están cansados, etc.
NO: Amenazarles con castigos que no
llevarás a cabo. ‘Si no dejan de pelear, los voy a mandar a...’
NO: culpar siempre al mismo niño, aunque
parezca que él lleva la mayor parte. Un error común es que los padres exijan
demasiada responsabilidad y madurez del mayor (‘dáselo a tu hermanito, aún es
pequeño’). Este llegará a pensar: ‘y ¿yo? ¿No cuento?’. Esto aumenta los celos
y las peleas.
SI: considerar a los dos como
responsables de la pelea. Cada uno tiene una parte implicada. A veces parece
que siempre es uno el que empieza, pero muchas veces el otro provoca de manera
solapada a su hermano.
SI: decirle a cada uno que te cuente lo
que pasó (sin que se interrumpan). Afirma los sentimientos de cada uno:
‘Entonces, tú te enfadaste y por ello le diste una patada’ y ‘tú también
estabas enfadada y por esto....’). Al expresarse se calman, ya que se sienten
escuchados y tomados en serio. Esto también les ayuda a aprender a verbalizar
sus sentimientos en vez de recurrir a los mordiscos, patadas, estirones, etc. Y
muchas veces ya es suficiente para que vuelva la calma.
SI: Darles una sugerencia para solucionar
el problema. La madre de Pablo y Ana sugiere que peguen el dibujo con cinta
adhesiva y repartan los rotuladores. Si se pelean por un mismo juguete, aplica
el truco del reloj de cocina: cada uno puede tener el juguete hasta que suene y
ya le toca el turno al otro. Si siguen peleándose, conviene esconder el juguete
por un tiempo. Dales ideas sobre cómo negociar, hacer compromisos, etc. dejando
a veces la solución final a su propio juicio. Y prémiales cuando alguna tarde
jueguen armoniosamente, diciéndoles lo contenta que estás. Una madre con tres
hijos peleones les llevó al cine ¡después de una semana casi pacífica! Este
tipo de elogios les incentiva a solucionar sus discrepancias de forma positiva.

SI: poner remedios, como por ejemplo,
tenerlos entretenidos, llevarlos a diario al parque (el disponer de más espacio
reduce las peleas), tenerlos ocupados en distintas tareas, como por ejemplo el
mayor se pone el pijama mientras el pequeño te ‘ayuda’ con la cena, etc. El
cansancio juega un papel importante en sus peleas: cualquier pequeñez es motivo
para una pelea.
SI: aplicar determinadas consecuencias,
como por ejemplo. parar el coche cuando se pelean (una sola vez será
suficiente). O mandar al agresor al pasillo por unos minutos. Otra idea es
hacerle sentar en el suelo sin jugar.
SI: averiguar el porqué de la conducta
del niño ‘conflictivo’. Puede que se sienta menos querido y que por esta razón
desahogue su frustración en el hermano. Darle al mayor un lugar para sus
pertenencias (por ejemplo unos estantes altos) y hacerle saber que entiendes
sus sentimientos (entiendo que tu hermanito para ti a veces es un estorbo
¿verdad?) le hace sentirse comprendido. En general es muy positivo transmitir a
cada uno que entiendes su situación: puedes decir al mayor ‘entiendo que no te
guste que tu hermano te lo toquetea todo’ y al pequeño: ‘entiendo que te gusta
jugar con lo de tu hermano’. Así les haces ver que hay intereses contrapuestos
y que esto es algo normal en la vida cotidiana. Y cuando sean algo mayores,
puedes nombrarles sus ‘errores’, como: ‘veo que siempre quieres tenerlo todo
para ti’ o ‘noto que no defiendes lo tuyo’. El conocer estas actitudes les
ayudará a cambiar y madurar.
Las peleas son una parte inherente en la
convivencia familiar. Los niños son directos y expresan lo que sienten. La impulsividad
de sus peleas es tremenda, porque los niños aún no se controlan. Pero no en
absoluto presagian una mala relación futura. Las peleas también tienen un lado
positivo: gracias a ellas aprenden a convivir, a tener en cuenta los
sentimientos del otro, a buscar compromisos y a defender lo propio etc. El
vínculo entre hermanos es algo único e incomparable con cualquier otra
relación.
me encantó! en cierto que los hermanos es una de las relaciones mas importantes y debemos mantenerlas
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